miércoles, 13 de abril de 2011

El Nomadismo de la Mirada de Francisco Lira


El texto que se propone es de Francisco Lira, amigo y gran experto en distintos campos del arte, desde la poesía, la literatura la pintura, el flamenco (por supuesto) y en este caso de la fotografía. "Gabriele Friscia y el nomadismo de la mirada" fue el texto de presentación de mi primera exposición que como se puede ver en el folleto tuvo lugar en la Carbonería de Sevilla desde el 6 al 29 de febrero de 2004. Francisco como siempre lo hace, consigue con sus palabras entrar y clarificar muchos de mis pensamientos sobre la fotografía y este puede ser un ejemplo. Le agradezco desde este blog sus palabras y todos los momentos que pasamos en compañía con el y Tony que para mi son siempre muy enriquecedoras además de agradables. Aquí van sus palabras.

Por su elección misma, no necesitaremos insistir mucho sobre la importancia que tiene cierto nomadismo de la mirada, en la obra de Gabriele Friscia (Roma 1964), Músico y fotógrafo. Músico y fotógrafo, músico contrabajista, actualmente, en la Orquesta de Córdoba y fotógrafo amateur. Friscia hace de la fotografía una actividad desinteresada, un juego de complicidades, un saber elegir lo que se ve, donde lo decisivo no es otra cosa que el rasgo seductor de su contenido visual.

Romano por nacimiento, italiano en lo esencial por educación, y europeo por extravío; resultado, pues, que a estos rasgos apuntado se deben su equilibrada y atenta mirada de fotógrafo. En las foto de Friscia, en las mayorías de sus series, da la impresión de que encontramos una de esas miradas que han apostado fuerte, en el sentido de que han dado una expresión propia, con un lenguaje singular y misterioso, a lo que añadiremos el hecho de que hay siempre uno o más elementos visivos que se desplazan espacial, temporal o simbólicamente, en casi todas sus series fotográficas, a la cual aluden sus nombres: Visiones, Rottami, Tracce.

Qué vemos entonces a través de la mirada de este mirón parco, sutil y misterioso.
Vemos la mirada convertida en arte y devuelta una vez más a los ojos. Muchos fotógrafos no necesitan hacer ese recorrido un tanto extravagante que, para encontrar la mirada, requiere en cierto modo, perderla. Se limitan a mirar, sin más. Friscia es uno de ellos. Y lo que nos devuelve es siempre algo más, un exceso comprensible, escurridizo y esquivo. Vemos que asimismo que algo queda siempre más allá de nuestra comprensión y que ese algo más es precisamente la mirada, pero la mirada vista por alguien que nos la ha aclarado y oscurecido a un tiempo. Nos la ha aclarado porque nos la ha mostrado a través de la lente poderosa de su cámara; nos la ha oscurecido porque la mirada no puede saciar nuestro deseo de comprenderla: es nómada, es un misterio.

Francisco Lira

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